Carta a una señorita en La Rochelle

Con el permiso tácito de Tania (creo), me permito, mediante la siguiente carta, explicar el motivo de mi próxima publicación en este (semi-abandonado) blog.

 

Anita,

Aquí están las razones para este Word: Me encantaría estar al tanto de las cosas que te pasan allí en Francia, pero como no soy una persona de Skype y de inboxes, una elegante y deliciosa solución sería las cartas esporádicas. Como las que se enviaban Heidegger y Arendt, Vallejo y su hermano, Benjamin y Adorno..etc. Sin ánimos de hipsterizarnos, sería también una buena manera de explorar literariamente como van nuestras biografías.

Ayer dio la casualidad de que pude hablar con algunas personas que si en cierto momento fueron parte del curso que tomaba mi vida; por el paso del tiempo habían construido sus caminos en otros lados. Una amante de Vargas Llosa que solía gustarme por su inmaculada emoción con todo lo que no sabía; un estudiante de derecho que había surgido como poeta de un colegio nacional; y esa gran amiga, chino-peruana-anteshongkongnesa, una de las personas más lúcidas que conocí y que ahora junto a un ¿árabe-frances? es feliz en la Francia de Baudelaure.

Esto me permitió pensar en esos años antes de lanzarnos al mundo, en donde planeamos nuestras vidas en mil escenarios. Recordé una tarde específica cuando estudiábamos historia en la Biblioteca y quedamos en que sería genial poder combinar el constructivismo ruso con el arte chicha. En uniformes de colegio privado de la Molina y rodeadas de libros, teníamos el rumbo de nuestras vidas adelante. Aun nada había ocurrido.

Y ahora me pongo a pensar en todas las cosas que pasaron desde esos días, todas las personas con las que compartimos días, pesares y proyectos; y las personas que ahora nos acompañan. Por ejemplo, la otra vez vi a Nina con su bebe caminando dulcemente al grifo; y recordé ese punto de gravitación que era Recoleta. Y me dio nostalgia y mucha emoción pensar: Cómo es que las cosas van avanzando y cuando nos paramos a revisar lo recorrido, estamos tan cambiados, más sabios pero también aún muy inocentes.

Cuando entre a Católica hasta cierto tiempo no sentía que las personas de mi facultad que me rodeaban lograran entender lo que buscaba para mi vida. Chicas ursulinas, chicos anarcoliberales. Chicos llenos de aire. Ahora con seguridad puedo decir que he encontrado el lugar en donde lo que al parecer era Tania ha podido florecer y desdoblarse a ámbitos que no asumía como míos.

Soy parte de Libertad Critica, un grupo de izquierda, en donde he podido hacer los experimentos de diseño gráfico político que siempre quise hacer; colaboramos en el Movimiento por el Poder Popular, un colectivo de izquierda que está dando la pauta en la política nacional por su enfoque al arte popular y renovación total (cherry detected :v). La vida es viajes a San Juan de Lurigancho para pintar un mural colectivo, hablar con cachimbos sobre la visión que tenemos de la universidad, planes para una posible unión de la izquierda en Católica, añorar a Arguedas en un malecón. En estos ambientes y entre chicos con biografías parecidas, la vida parece perder el peso que solía tener y el futuro se labra día a día.

Entre ellos notamos lo difícil que es no babear y correr atrás del carro del año, de la flaca planchada, de la mansión en Casuarinas, del sueldazo que asegure la mantenencia de lo anterior. La imposición casi dictatorial en las mentes peruanas, lo sagrado que es lo que otros dirán, de la apariencia con olor a virreinato, nos aflige. Pero mantenemos nuestra posición de que los caminos que elijamos los haremos en colectivo y al momento de cerrar los ojos el Perú será un poco mejor y algo más feliz.

Renzo ha sido un compañero perfecto para este camino. Tiene una paciencia infinita y unos brazos fuertes que me sostienen cuando creo que la vida se hace rígida y complicada.

Ahora he logrado convencer a mis padres de dejarme estudiar Ciencia Política y Gobierno. En este asunto se concentra los únicos pesares que encuentro en esta – como llama mi amiga- la Belle Epoque de mis años universitarios. Querer reducir mi vida a lo que le van a contar a amistades y familiares me llena de frustración, pero pude insistir para evitar que su ceguera me consuma.

La lluvia de verano en Lima, ruptura de la cotidianeidad de los eventos del domingo, mientras iba en carro me hizo ver a la ciudad desnuda y paralizada, como un mero auditorio (de obra teatral del Colegio, dirigido por Gonzalo) que solo nos verá y arrullará por unos días, tal vez horas. Después seguimos caminando al siguiente paradero. ¡Es que tenemos tantas cosas que hacer!

Ahora tú cuéntame cómo va tu vida o en que ha cambiado desde que hablamos. Me muero de curiosidad por escuchar tus historias :3

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